Nuestra Historia

Cómo llegó el Evangelio a la ciudad de Madrid y al barrio de Chamberí.

El primer misionero del ámbito de las Asambleas de Hermanos que llegó a España fue Robert C. Chapman (1803-1902) en el año 1834. Era un abogado londinense, políglota y siervo del Señor en Barnstaple (Inglaterra), identificado gozosamente con los principios del movimiento de los "Hermanos". En diciembre de 1864, Chapman dio una reseña oral de lo que vio y experimentó por tierras de Castilla y Aragón:

Allá por el año 1824, tan pronto como fui liberado de una vida egoísta y pecaminosa por el Evangelio de Cristo, el estado espiritual de la Península Ibérica empezó a pesar sobre mi corazón. Vosotros sabéis que por siglos han estado enteramente muy subyugados bajo el poder de la iglesia romana, y en ellos el nombre de Cristo ha servido de capa bajo la cual se ha practicado la idolatría más abominable que jamás haya provocado a Dios.

Hizo tres viajes misioneros a España. Su primer recorrido lo hizo individualmente en el año 1834, en plena primera guerra Carlista; anduvo desde el mar Cantábrico hasta Madrid, pasando probablemente por Santander, Burgos y Aranda del Duero. Tras una breve estancia en la Villa y Corte, el incansable Chapman emprendió el camino inverso al que recorriera George H. Borrow (1803-1881) dos años más tarde: de Madrid a Lisboa, pasando por Talavera de la Reina, el puerto de Miravete, Mérida y Badajoz. En Portugal, se embarcó rumbo a Inglaterra.

Dibujo realista de Robert C. Chapman.
Dibujo realista de Robert C. Chapman.

Cinco años más tarde, en el año 1839, Chapman volvió acompañado por los discipulos suyos: Pick y Handcock. Estuvieron en Vigo, pasaron por Asturias y Santander y se detuvieron en Bilbao y San Sebastián, donde pudieron apreciar los daños de esa primera Guerra Civil. Y también visitaron a conocidos en Madrid. Yendo de ciudad en ciudad, iban distribuyendo Evangelios y Nuevos Testamentos y hablando individualmente a bastantes españoles del Cristo de las Escrituras, de su inefable amor, su inagotable perdón y de la perfección de su obra redentora, que no admite añadiduras. Sigue diciendo Chapman:

El propósito que tenía era el de dar a conocer el Evangelio del modo que lo hizo el Señor Jesús a la mujer samaritana, y lo hizo el Apóstol Pablo en Filipos, cuando habló a las mujeres que se reunían a orillas del río. Aquella conversación del Apóstol en Filipos fue el principio del Evangelio en Europa.

Así, llevaron algunas almas al conocimiento salvador de Cristo y establecieron diversos contactos con personas que anhelaban un cristianismo más puro y auténtico; pero más no pudieron hacer, debido a la peculiar situación político-religiosa de la época.

En efecto, por aquel entonces la monarquía española contaba con quince millones de súbditos, de los cuales 270.000 pertenecían al clero. Éstos no sólo poseían amplias riquezas materiales, sino que dominaban sobre toda la vida nacional. Así, el sistema romanista controlaba la existencia de cada español e incidía sobre su desarrollo cultural, social y hasta económico. Heredadas de la Reconquista medieval, las estructuras de la sociedad permanecían profundamente desiguales, injustas y muy poco cristianas: el 6% de la misma poseía las ⅔ partes de las riquezas nacionales. Más del 70% de la nación vivía en poblaciones de menos de 10.000 habitantes y dependía esencialmente de la agricultura y de sus precarias cosechas. Más del 80% de los españoles eran analfabetos y sólo en las grandes ciudades se encontraba un reducido núcleo de gentes abiertas y liberales.

En cuanto al estado moral de la nación, así lo calificaba Victoriano López y Gonzalo, Obispo de Cartagena:

Impiedad, profanación de lo sagrado, usura reprobada, codicia sin límites, desordenado afán de riquezas, […] costumbres estragadas y opresión de los desvalidos […].

Debido a esa situación, Chapman tardó 24 años en volver a España, pero oraba diariamente para que el Señor le abriera una puerta y hablaba por doquier de las necesidades espirituales de España. Finalmente, en 1863, el incansable siervo de Dios fue oído. Vino por tercera vez a España, acompañado por dos nuevos misioneros: William Gould (fallecido en 1870) y George Lawrence Davis (1831-1894). Prosigue Chapman:

Al emprender el viaje se nos pidió que lleváramos socorro material (y espiritual) a ciertos hermanos españoles que estaban en Burdeos (Francia), los cuales, poco antes, habían sido sacados de la cárcel y expulsados de España por causa del Evangelio.

Así llevaron ropas y palabras de aliento a Marín, González y Flores, compañeros de Manuel Matamoros (1834-1866) en la cárcel de Málaga. A continuación pasaron de Burdeos a Lyón:

Vimos a nuestro hermano Matamoros, un verdadero siervo de Cristo. Se alegró mucho de vernos y tanto más al saber nuestro propósito de visitar su país.

Chapman y sus discípulos estuvieron primero tres meses en Bilbao, publicando el Mensaje de salvación y distribuyendo cuidadosamente las Sagradas Escrituras, escasas y prácticamente desconocidas en toda la Península. A continuación, Gould estuvo testificando individualmente en Orduña (Vizcaya) hasta que fue arrestado y acusado ante un tribunal por haber regalado una Biblia (la versión católica de Scío) a un seminarista vasco.

Retrato de William Greene.
Retrato de William Greene.

Sobreseído el juicio, los tres pioneros del Señor fueron de ciudad en ciudad, sintiéndose deudores a castellanos y aragoneses, a vascos y andaluces, a gallegos, levantinos y baleares y siguieron hablando de Cristo en Barcelona, Madrid, Valencia, Lisboa, Palma de Mallorca, Alicante, etc. En Mallorca, Chapman visitó al ingeniero inglés y ferviente testigo de Cristo: William Greene (1819-1915), de quién volveremos a hablar. Fruto de su testimonio sería la formación de una congregación en Palma, anterior a la obra metodista, que en 1875 contaba ya con una asamblea de Hermanos de cuarenta miembros.

Chapman volvió a Inglaterra al cabo de 15 meses, dejando a sus dos discípulos en España. El 12 de junio de 1902, Chapman partió para estar con Cristo a la edad de 99 años. Según un testigo, durante los breves días de su enfermedad disfrutó de una paz inefable:

Con aquella voz que tan a menudo y con tanta lucidez había explicado las Escrituras a centenares, citando pasajes bíblicos casi incesantemente. Su corazón estaba lleno de las Escrituras. Finalmente, poniendo una mano sobre el pecho, dijo: «Aquella paz (Filipenses 4.7) la tengo yo aquí.»

En el verano de 1865, al llegar Gould y Lawrence a Vitoria, fueron denunciados a las autoridades locales y —a duras penas— lograron ponerse a salvo huyendo a Francia. Fueron condenados en rebeldía a nueve años de cárcel, sentencia semejante a la que fueron condenados Manuel Matamoros y sus compañeros, testigos de Cristo en Granada, Málaga y ciudades andaluzas. Contará más tarde George Lawrence:

Nuestros dos primeros años de servicio en España los empleamos en visitar muchos lugares y en introducir centenares de ejemplares de la Palabra de Dios. Estos, no sólo fueron entregados a personas interesadas, sino que fueron distribuidos también en jardines públicos. Así pudimos conocer los sentimientos del pueblo español, aumentando nuestra convicción de que no estaba lejos el día cuando todas las barreras caerían y la Palabra de Dios tendría libre curso […].

Son palabras proféticas que se cumplieron a los tres años, cuando en medio del hambre y del profundo malestar político, estalló la Revolución de 1868. Isabel II tuvo que abdicar y los generales Prim y Serrano formaron un gobierno liberal, iniciando el llamado “Sexenio Democrático” (1868–1874). Éste empezó en un ambiente de exaltada libertad y acabó en la más completa anarquía.

Para la causa evangélica, ese breve y agitado periodo permitió la instauración de la libertad religiosa, por vez primera en toda la historia de España. Así pues, los dos discípulos de Chapman volvieron a España tras el derrocamiento de Isabel II. Gould se estableció en Chamberí, barrio “extramuros” de la Villa y Corte, y George Lawrence acabó por fijarse en Barcelona para proseguir allí los trabajos de evangelización iniciados anteriormente. En Barcelona y las aldeas de Cataluña, Lawrence desarrollaría su trabajo más conocido con el carro blindado —o coche bíblico— como librería ambulante. Éste contaba con ventanas laterales, y cuando se abrían formaban unos escaparates y mostrador donde podían verse y comprarse biblias, Nuevos Testamentos y materiales evangelísticos.

El coche bíblico de George Lawrence.
El coche bíblico de George Lawrence.

Sigue contando Lawrence:

Aprovechamos la puerta abierta de par en par, y volvimos aquel mismo año de 1868. Hallamos a la gente gozosa y llena de alegría y el único exceso que (al parecer) se cometía, era el afán de comprar cualquier libro o periódico en el que estuviera impresa la palabra “LIBERTAD” […].

Añade Gould:

Tan pronto como pasamos la frontera notamos el profundo cambio operado en la gente […]. Ahora, al anunciar la salvación en Cristo y al distribuir porciones del Evangelio, todos deseaban oír con la mayor atención. Cuando llegué a Madrid, supe que el hermano Lawrence había logrado alquilar, en una calle céntrica, una tienda con amplio escaparate donde podía distribuir y vender los Evangelios a precios ínfimos […].

Se supo más tarde que era una sombrerería, sita en la Carrera de San Jerónimo, frente al Parlamento. Allí, un fanático disparó su pistola contra Lawrence, pero el Señor protegió a su siervo. En la proclamación de la Regencia, la comitiva oficial pasó a escasos metros del puesto evangélico y oyó proclamar —con voz clara y potente— las Buenas Noticias del auténtico Cristo; pudiendo leer los grandes textos bíblicos expuestos: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito […]» (Juan 3.16). «[…] arrepentíos, y creed en el evangelio.» (Marcos 1.15). «Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.» (1 Timoteo 2.5).

Así, tanto la Revolución del 68, como la monarquía democrática de Amadeo I de España y la posterior Primera República Española, permitieron el inicio de la Obra evangélica pública en toda la península ibérica; y pronto se formaron iglesias en Mahón, Sevilla, Cádiz, Madrid, Barcelona, Cartagena y Córdoba.

Madrid, Villa y Corte

Desde un principio, Gould y Lawrence escogieron Madrid como centro de sus actividades misioneras. En este período inicial de libertad, la primera y más urgente tarea era la de dar a conocer la Palabra de Dios. Luego, hubo que abrir escuelas primarias para que este pueblo llano aprendiera a leer, ya que (como vimos) más del 80% del mismo era analfabeto.

En cuanto a las necesidades pedagógicas de la época, Isabel Valcarcel las califica como sigue:

Los protestantes trajeron a España la pedagogía moderna de sus respectivos países, escandalizándose del sistema cuasi medieval de nuestras escuelas. En un país con mayoría de población analfabeta, estas escuelas protestantes no sólo contribuyeron a paliar el “déficit de plazas escolares” —secularmente atrasado— sino que brillaron con luz propia. (Véase: “Protestantes en España”, por Isabel Valcárcel; en “Historia 16”, nº 111; págs. 106-107).

Con el decidido apoyo del colportor José Ríos y del músico, himnólogo y potente predicador Mateo Cosidó (1825–1870), Gould y Lawrence no desaprovecharon ocasión alguna de testificar. Durante una gran manifestación republicana, aprovechando la concurrencia, en hora y media pudieron vender (siempre sin el menor afán de lucro) más de tres mil evangelios, 2.500 epístolas paulinas, más unas decenas de Biblias y Nuevos Testamentos; repartiendo además unos 7.000 folletos de evangelización. Estos se titulaban, por ejemplo: “Carta a un amigo sobre la Redención”; “Reflexiones sobre la Eternidad”; “Un Salvador para ti”; etc.

Y llevaron a cabo otras distribuciones masivas con motivo de la fiesta de San Isidro, en Madrid; luego aprovechando las ferias de Toledo, Alcalá de Henares, Medina del Campo, Salamanca, Valladolid y Sevilla. Siempre con la eficaz ayuda de J. Ríos y M. Cosidó, recorrieron asimismo Aragón, la Rioja y Navarra, repartiendo miles de evangelios y folletos.

Luego, por el conocimiento acumulado y las experiencias vividas durante esos años en noviembre de 1869, George Lawrence se trasladó a Barcelona. En cuanto a Gould, siempre secundado por Ríos y Cosidó, decidió abrir dos locales en la Villa y Corte. Uno, ubicado en la calle Amaniel, servía para las escuelas durante la semana y de sala de evangelización los domingos. El otro local o “Sala Evangélica de la Paz”, con capacidad para 400 oyentes, se inauguró el 6 de enero de 1870, poco después de que William Greene llegase de Mallorca. Viendo las necesidades espirituales de la capital, Greene dejó su carrera de ingeniero para consagrarse plenamente a la Obra del Señor. En la primavera del mismo año, se añadió al primitivo grupo de “hermanos” madrileños el ex-sacerdote Tristán Medina. Su poderoso verbo (que contrastaba los errores de Roma con el sencillo Evangelio de Cristo), atraía —varias veces a la semana— a centenares de oyentes; unos con auténtica inquietud espiritual, otros interesados tan sólo por la polémica.

La obra era más que prometedora, mayormente al alquilar Greene (en enero de 1871) un tercer local, sito en la calle Calatrava 25, que había servido de salón de baile. Pero, antes de finalizar 1870, Gould y luego Cosidó fueron llamados a la presencia del Señor y, 18 meses más tarde, Greene se marchó de Madrid. Antes, entregó tanto la “Sala Evangélica de la Paz” como el local de la calle Calatrava a la Comisión Central de la “Unión Evangélica Española”, obra dirigida por el misionero alemán Fritz Fliedner (1845-1901).

Barrio de Chamberí

En su aspecto humano, la consolidación de la obra de las Asambleas en Madrid se debe a la estancia del evangelista Charles E. Faithful (fallecido en 1924), que llegó a Madrid en el otoño de 1872 y vivió en el barrio “extramuros“ de Chamberí. En aquél entonces, Chamberí era un pequeño barrio situado fuera de puertas; hoy es uno de los distritos más grandes de la capital y con una densidad de población bastante mayor que la de muchas ciudades de España. Todas esas manzanas de soberbios edificios situados desde el antiguo paseo de Areneros hacia el lado norte, y desde la calle de Galileo hasta la de Almagro, no eran más que desmontes donde iban a pacer los rebaños de cabras y donde los niños eran llevados por sus nodrizas para disfrutar del sol y para entregarse a sus juegos. Todas esas manzanas de casas de la acera de los pares de la calle de Carranza eran antaño nada menos que el quemadero de la Inquisición. Esa inmensa zona que forman las calles de Donoso Cortés, Galileo y adyacentes era un gran cementerio, llamado la Patriarcal del Norte. Las casas que allí había eran de lo más modesto y sus vecinos eran casi todos de la clase obrera.

Plano parcelario Ibañez–Ibero del barrio de Chamberí en el año 1870.
Plano parcelario Ibañez–Ibero del barrio de Chamberí en el año 1870.

Cuando llegó Faithfull, el misionero Gould y el colaborador Cosidó han muerto, Green vive jubilado en Inglaterra, y las primeras capillas están en manos de la “Iglesia Cristiana Evangélica” (ICE). Asistido por el colportor Ríos, a principios de 1873 Faithfull abrió un local evangélico en un piso primero en la calle de la Habana (ahora Eloy González 10) en el barrio de Chamberí. Poco después se abrió un colegio de niñas, al que siguió muy pronto la apertura de uno de niños.

En 1873, dos misioneros jóvenes, alumnos de Charles H. Spurgeon (1834-1892), llegan a España traídos por Lawrence para apoyar la obra de Chamberí y aprender español. Eran Thomas Blamire (1848-1894) y su sobrino James P. Wigstone (fallecido en 1921), que pocos años más tarde iniciarían el trabajo pionero de las Asambleas en Galicia. Mientras tanto, ambos estuvieron evangelizando al aire libre en los pueblos limítrofes de Getafe, Valdemoro, Barajas, Chamartín y Fuencarral.

El misionero Albert R. Fenn (1832–1896) y su esposa llegaron a Madrid en el año 1874 para dirigir la iglesia y las escuelas. De 1874 a 1895, el matrimonio Fenn sirvió de puntal a la obra, ya que —a los dos años de su llegada— Charles E. Faithfull se marchó, con otros tres misioneros, a Vitoria para iniciar un nuevo testimonio en las Vascongadas. Tras año y medio de continua persecución y duras luchas, Faithfull tuvo que renunciar a su empeño.

Dibujo realista de Albert R. Fenn.
Dibujo realista de Albert R. Fenn.

En 1874, ya no era posible continuar más tiempo en la calle de la Habana por resultar insuficiente. Entonces la iglesia y las escuelas se trasladaron a una casa de la glorieta de Quevedo, esquina a la calle de Arapiles, donde estuvieron por espacio de veintiún años. El día 1 de noviembre de 1874 fue un día grande, pues en tal fecha quedó constituida formalmente la Iglesia Evangélica de Chamberí, y en esa fecha y por primera vez sus miembros participaron de la Mesa del Señor.

Gracias a una vigorosa predicación del Evangelio, refrendada por vidas transformadas, y una eficaz penetración social por medio de las escuelas (con casi medio millar de alumnos), el testimonio del Señor se fue afianzando en el barrio madrileño de Chamberí, a pesar de la creciente oposición clerical. El pueblo llano apreció también la labor humanitaria y desinteresada de los “hermanos”: clases de costura y reparto de sopas populares, clases nocturnas para adultos y estudios bíblicos, creación de una pequeña casa de huérfanos y de un incipiente hospital evangélico, atendido por el Dr. Fenn.

Este ambiente evangelístico fue el que conoció el joven periodista canario que sería el gran escritor Benito Pérez Galdós. No sólo supo plasmar en sus novelas a los "anabaptistas" de Lavapiés y a los presbiterianos de las Peñuelas, sino que tanto en "Fortunata y Jacinta" como en "Tristana" menciona a los "Hermanos". Al hablar de la maestra de inglés de Tristana, Galdós dice que era una misionera que «ejerció en la capilla evangélica» de Chamberí. También es posible que sea el matrimonio Fenn al que tiene en mente Galdós cuando escribe "Torquemada en la hoguera", una "gentil pareja" protestante que llevan los nombres Horacio y Malvina.

Desde Madrid, se siguió evangelizando en diversos pueblos: en la década de los ochenta Yuncos y Azaña (Toledo), donde había varios creyentes; y también Torrelaguna, más otros dos pueblos de la sierra madrileña. Por aquella década, la Asamblea de Hermanos de Chamberí contaba ya con un centenar de miembros comulgantes.

En el barrio de Chamberí, en abril de 1895 (y tras 21 años de fiel y agotador ministerio) el matrimonio Fenn se vio obligado a regresar a Inglaterra por graves motivos de salud. Albert R. Fenn había tenido tres convulsiones leves en España, y antes del amanecer del 29 de julio de 1896, tuvo una severa mientras dormía. El 3 de agosto pasó a la presencia del Señor, estando consciente casi hasta el final. En la noticia de la muerte de Fenn que publicó en 1897 “The Missionary Review of the World”, una publicación periódica que informaba sobre las misiones cristianas protestantes en todo el mundo, lo describen así:

Con su vida santa e intachable, no menos que con su predicación, reprendía la abundante maldad incluso de los profanos guías religiosos, y con su honestidad y puntualidad en los negocios, presentaba un marcado contraste con el engaño y la dilación de los españoles. Era conocido en la pequeña capilla de Chamberí como “el santo” […]. A su muerte, desde la iglesia se envió una comunicación muy sencilla a su viuda. Estaba firmada por todos los que sabían escribir, y daba un fuerte testimonio de la maravillosa fuerza y ternura del vínculo que unía a este fiel pastor, padre amoroso y sabio consejero con su pueblo.

La antigua capilla y las escuelas

Para sustituir a Albert R. Fenn llamaron al veterano Charles E. Faithfull, que estaba en aquél momento en Marsella (Francia). A pesar de los violentos ataques del “padre” Bocos y de las damas catequistas, Faithfull hizo honor a su apellido (Faithfull significa en inglés “lleno de fe”). El misionero supo dar nuevos bríos a la obra escolar y en el barrio las Pozas y, asimismo, a la “misión evangélica de Chamberí”. Su gran acierto fue la compra en 1896 de un amplio solar en la calle de Trafalgar, donde se pudieron edificar las aulas escolares y la “capilla”. Con ello asentaba la obra en la geografía madrileña, evitando las continuas mudanzas debidas a presiones eclesiásticas.

El periodista y escritor Luis Hernández Alfonso, publicó un reportaje el 20 de junio de 1929, en la Sección “Una información todas las noches” del diario “Heraldo de Madrid”, que decía:

La Iglesia Evangélica de Chamberí se halla situada en la hermosa calle de Trafalgar número 34, entre la plaza de Olavide y la calle, amplia y soleada, de Eloy Gonzalo, es decir, en pleno barrio chamberilero.

Tras de una modesta verja distínguense tres pabellones: el del centro, en cuya cancela se lee: “Iglesia Evangélica”, y los laterales, más elevados, y en los que sendos letreros rezan: “Colegios Evangélicos”. Es curiosa la circunstancia de que cada capilla protestante de Madrid esté dotada de sus correspondientes colegios. El interior del templo es humildísimo. No se ve en él ni el hermoso presbiterio de la iglesia del Redentor, ni el púlpito de la de Jesús, ni el órgano de la del Salvador. Las paredes, pintadas en color terroso, ostentan inscripciones bíblicas. Frente a la entrada, un estrado, y encima de él, en el testero, estas palabras escritas en grandes caracteres: “Nosotros predicamos a Cristo crucificado”.

En un ángulo se ve un pequeño armónium, con el cual se acompañan los coros de fieles a que tan aficionados son los evangélicos.

Delante del estrado, entre éste y las primeras filas de bancos, está el baptisterio a modo de cisterna, a cuyo fondo se desciende por unos escalones, y que ordinariamente se halla cubierto con una trampilla de madera.

Todo allí es modestísimo; sólo hay derroche de luz que penetra a raudales por las numerosas ventanas. Diríase, al contemplarlo, que todo el esfuerzos de los protestantes se ha encaminado a inundar de claridad sus templos, como pretenden hacer con las almas. He aquí un símbolo muy digno de tenerse en cuenta. Esta capilla estuvo situada anteriormente en la glorieta de Quevedo, esquina a la calle de Arapiles, donde después de alzó el estudio de Benlliure.

Retrato de Thomas W. Rhodes.
Retrato de Thomas W. Rhodes.

Diez años más tarde, Faithfull regresó a su patria terrenal y, en 1907, le sucedió el misionero Thomas W. Rhodes (fallecido en 1940), recién casado con Amelia Plummer (1867–1953). En aquellos tiempos la congregación en la calle de Trafalgar no pasaba de un centenar de miembros, pero los señores Rhodes tenían la responsabilidad de las escuelas diarias que se hallaban entonces una a cada lado de la capilla. Después de algunos años se interesaron por la gran barriada de Tetuán de las Victorias al norte de Madrid (hoy Barrio de Tetuán), y por fin hicieron su residencia allí en la calle del Marqués de Viana. Su interés misionero se extendió al pueblo de Chinchón y en diversos puntos del Valle del Tiétar (Ávila), donde se inició la obra en Piedralaves y Sotillo. Así pues, los Rhodes pastorearon la asamblea en calle de Trafalgar durante más de 30 años.

A partir de 1920, vinieron a colaborar nuevos pioneros de Dios: Arthur S. Chappell y Ernest H. Trenchard (1902–1972). El primero llegó en 1926 a la capital de España, tras seis años de duro trabajo en Orense; Trenchard estaba ya en Madrid, ocupándose del grupo de jóvenes e intentando interesarles en un estudio más completo de la Biblia. En 1929, ambos jóvenes misioneros fundaron la revista “El Joven Cristiano” que se publicó desde 1929 a 1936. En sus 20 páginas mensuales —que se vendía a 25 céntimos el ejemplar— aparecieron no sólo buenos estudios bíblicos de Edmund G. Woodford o Thomas W. Rhodes, sino las primeras poesías de Mariano San León Herreras y la prosa de Santos García Retuerto, Gabriel Sánchez, Sagrario Bartolí o Audelino González Villa.

Retrato de Ernest H. Trenchard.
Retrato de Ernest H. Trenchard.

El misionero Ernest H. Trenchard, junto a su esposa Gertrudis Wille, trabajó en Málaga, Arenas de San Pedro y Toledo. Luego, en 1945, desde la ciudad de Barcelona, comenzó una labor intensiva de enseñanza y formación bíblicas, por lo que es mayormente recordado. El buen número de alumnos, que reclamaban formación bíblica, lo movió a crear una pequeña escuela bíblica (CEB, Cursos de Estudio Bíblico, hoy CEFB), una editorial (LB, Literatura Bíblica) y un equipo de enseñadores compuesto tanto por misioneros extranjeros como españoles. En 1964 se trasladó a Madrid para poder servir mejor a las iglesias de todo el país. Trenchard ejerció una poderosa influencia en el protestantismo español, especialmente en el campo de la exégesis y exposición bíblica, ciertamente inaugurado por él. Murió el 12 de abril de 1972. El teólogo y filósofo Manuel Gutiérrez Marín, dijo de él:

Era un teólogo “carismático” de verdad, un varón movido por el Espíritu Santo, un hombre para el cual el texto bíblico era verdadera “Palabra de Dios”. Y justamente por eso no confiaba en su propio y muy despierto espíritu.

De la Iglesia Evangélica de Chamberí salieron tres evangelistas españoles, dedicados a pleno tiempo: en 1922, Cecilio Fernández (primero en el valle del Tietar y luego en Galicia); en 1927, Francisco Fernández García (colaborador de Trenchard en Piedralaves y Arenas de San Pedro); y en 1933, Gabriel Sánchez quien sería asesinado en Navarres de Enmedio (Segovia) por unos nacionalistas católicos, en julio de 1936.

El periodo de 1936 a 1964 tiene mal principio: la Guerra Civil. Para el testimonio evangélico, más que el principio de algo, fue el fin histórico de muchas cosas que eran, o se presumían, positivas y favorables.

Las Escuelas evangélicas sintieron el efecto de la guerra, y de la post-guerra. Las Iglesias constituidas, necesitadas como minoría de inter-comunión, quedaron separadas geográficamente por la divisoria del frente bélico y las dificultades para los viajes y la comunicación en general. Las movilizaciones por la guerra no sólo disminuyeron la membresía de las Asambleas, sino que contribuyeron a la dispersión de familias que tenían que buscar refugio y ayuda en otras localidades.

Los misioneros que trabajaban desde hace muchos años y sobre los que —en algunas iglesias— recaía principalmente la enseñanza y el pastoreo, tuvieron que regresar a sus lugares de origen; ausencia que en algunos casos se prolongó por los efectos de la II Guerra Mundial.

También sufrió grandemente la difusión de la Biblia, muy activa durante la etapa anterior, principalmente durante la Segunda República, mediante los Coches Bíblicos y los establecimientos públicos. De igual manera, campañas de evangelización en teatros, y la celebración de Congresos Evangélicos, de afirmación y testimonio público, disminuyeron hasta extinguirse debido al ambiente de guerra que se hacía sentir más a medida que avanzaba el conflicto.

No obstante, en el campo evangélico, hubo factores positivos como el espíritu de solidaridad y ayuda despertado entre los evangélicos de países extranjeros, hecho patente en la organización y sostén de colonias para alejar a los niños de los horrores y privacidad de la guerra, así como en la ayuda en alimentos.

La actual capilla en calle de Trafalgar 32

La postguerra fue un largo periodo durante el cual el testimonio evangélico, en general, se reavivó a pesar de la intransigente hostilidad de la Iglesia Católica y del ostracismo civil y administrativo del nuevo Estado surgido de la contienda.

Así pues, al fallecer Thomas W. Rhodes, en 1940 ocupó el pastorado John H. H. Biffen (1893–1960) quien vino a Madrid junto con su esposa Margarita desde Gijón donde habían permanecido desde 1921 a 1937.

Retrato de John H. H. Biffen.
Retrato de John H. H. Biffen.

La antigua capilla en calle Trafalgar estaba en peligro de derrumbarse, y con el apoyo moral y la ayuda económica de Hermann Sautter, emprendió la imponente tarea de levantar el edificio actual en la calle de Trafalgar 32, que consistiría en un bloque de siete plantas destinado a viviendas de alquiler que albergaría en su interior y en la planta baja —de forma un tanto disimulada— el local de cultos que permanece hasta la actualidad. Como hombre de fe que era, Biffen no vaciló ante las grandes responsabilidades, ni ante las dudas de bastantes hermanos, y es gracias a su esfuerzo y empeño que la iglesia de la calle de Trafalgar debe su amplia y hermosa capilla, inaugurada en noviembre del año 1947.

Fue con motivo de la inauguración de la nueva capilla —y a partir de ella— que la Iglesia Evangélica de Chamberí convocaba, para celebrar el aniversario, a unas conferencias (llamadas “de Trafalgar”, o “de Madrid”) que pronto adquirieron un tácito rango de nacionales. Tal era la asistencia de hermanos de toda España, y tal la bondad y la oportunidad del ministerio de hermanos invitados para dirigir los mensajes y los estudios bíblicos. Una buena reunión llamada “de ancianos y obreros”, que se celebraba en estas ocasiones, facilitaba la intercomunicación de criterios ante las necesidades del momento y la visión del futuro, en las que no decayó la comunión, en un espíritu de consulta y orientación mutuas. Ello permitió, entre otras manifestaciones de comunión activa, las fructíferas campañas de “Juventud para Cristo”, y la reanudación de las actividades de la “Alianza Evangélica Española”.

Inauguración de la actual capilla de Trafalgar en 1947.
Inauguración de la actual capilla de Trafalgar en 1947.

Fue a partir de 1954 (la 8ª Conferencia Anual de Madrid) que esta se organizó conjuntamente por las asambleas de Trafalgar y Duque de Sesto a las que, en el devenir de los años, se fueron agregando las asambleas que han ido surgiendo procedentes de la iglesia en calle de Trafalgar: calle de Pinzón 16 (inicialmente en calle del Espinar 48, barrio de Carabanchel), calle de Ofelia Nieto 57 y calle de Tembleque 140 (barrio de Aluche).

La última parte de su vida, John H. H. Biffen la ocupó constantemente en visitar y aconsejar aquellos grupos que se habían quedado sin obreros. Desde Cartagena hasta Huelva se interesó en la adquisición de capillas, animando a la vez a las iglesias con sus sanos consejos. No descuidó la obra en Madrid, y por sus muchas salidas los hermanos en Trafalgar aprendieron a desarrollar sus dones y sentir mayor responsabilidad propia. El Señor bendijo mucho la Obra en la capital entre jóvenes y mayores, y él quedará “siempre recordado por lo que ha hecho”, con la colaboración de todos los hermanos que le amaban.

En su último viaje a su país descansó poco, dedicándose a abogar por varios fondos especiales para el adelanto de la Obra, y despertar interés en ella. Se sentía lleno de salud hasta seis semanas antes del fin de su carrera, y seguía incansable en su ministerio hasta que de repente se descubrió en su esófago el cáncer que dio fin a su vida antes de ser posible ninguna intervención quirúrgica.

Su viuda cuenta un rasgo característico de él en el hospital. En una de las camas de la sala se hallaba un jovencito gravemente enfermo, y al ver a Biffen leer su Biblia le rogó encarecidamente que le enseñase a orar, ya que temía morir. Arrodillado al lado de su cama, él tuvo la satisfacción de llevar al joven a Cristo, y éste, a los pocos días, murió confiado y feliz: la última alma, de las muchas que le darán las gracias en las “moradas eternas” por su testimonio fiel. Finalmente, John H. H. Biffen pasó a la presencia del Señor en Londres, el 16 de junio de 1960.

A partir del año 1953 (30 de mayo al 7 de junio) tuvieron lugar en Barcelona, con gran bendición, unas Conferencias, organizadas por las Asambleas de Barcelona, a la manera de las que se celebraban en Madrid, de periodicidad trianual, y ámbito nacional. Este periodo resultó fecundo gracias a esta comunión frecuente y amplia entre las Asambleas de España, de manera que crecieron en número los creyentes y las asambleas.

A este periodo corresponde también la creación de obras colectivas —llamadas también obras auxiliares— con una mínima organización y estructura, pero con máximo responsabilidad y eficacia, como el Fondo de Evangelización (en 1949), casi desde el principio conocido por el acrónimo FONDEVÁN, que hasta la actualidad viene sirviendo de cauce distributivo para facilitar la ayuda a los siervos del Señor que dedican todo su tiempo a la Obra, en comunión con las Asambleas. O, el Fondo pro Locales (desde 1956) para ayudar a las asambleas en sus planes de reforma y mejora de locales. Hogares de Ancianos, Campamentos Juveniles, Cursos de Estudio Bíblico, por extensión y por correspondencia, han sido también creados desde los primeros años de este periodo (1936–1964) y sostenidos a travez de los años.

Interior de la capilla de la calle de Trafalgar 32, Madrid, en el año 1950.
Interior de la capilla de la calle de Trafalgar 32, Madrid, en el año 1950.

En el “Escudriñador Bíblico”, revista editada por los jóvenes de la iglesia en calle de Trafalgar (de fecha 16 de octubre de 1947), se encuentra una referencia a la inauguración de la nueva capilla. Pertenece a Fernando Cabrera Latorre (1875–1953), quien fue pastor de la iglesia en la calle de Beneficencia en Madrid, ubicación muy cercana a la calle de Trafalgar. En aquel entonces escribió lo siguiente:

¿Podríamos decir muchas otras cosas acerca de esta iglesia? ¡Quién lo duda! Pero todo lo que pudiéramos decir son cosas que saben los que nos leen mucho mejor que nosotros, y por eso, antes que seguir molestando su atención, preferimos hacer aquí punto final. ¡Que la iglesia de Chamberí, una de las cuatro iglesias más antiguas de Madrid, siga siendo en el distrito de Chamberí como una luz puesta sobre un monte que nadie pueda apagar! Este es nuestro sincero deseo.

Así fue fundada en Madrid la última de las Asambleas de Hermanos del siglo XIX. Sólo nos queda añadir, con profundo agradecimiento al Señor, lo que encontramos en las Escrituras: «Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.» (Hebreos 12.1-2). «Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe.» (Hebreos 13.7).

Bibliografía

  • Revista “Edificación Cristiana”, enero de 1961.
  • Revista “Edificación Cristiana”, noviembre-diciembre de 1988/Núm. 130. Titulo: “125 años de testimonio bíblico en España: Asambleas Cristianas de Hermanos”. Se reproduce concretamente lo escrito por D. Pablo Enrique Le More y D. Juan Solé.
  • “Roberto Chapman. Hermano y verdadero amigo de España.” Frank Holmes. (Editorial Literatura Bíblica, 1969).
  • El “Escudriñador Bíblico” de fecha 16 de Octubre de 1947.
La capilla y los colegios evangélicos de la calle Trafalgar 34, inaugurada en 1896 y que se mantuvo en pie hasta el año 1946.
La capilla y los colegios evangélicos de la calle Trafalgar 34, inaugurada en 1896 y que se mantuvo en pie hasta el año 1946.
Thomas W. Rhodes junto a su esposa, Amelia Plummer, probablemente en los años 1930.
Thomas W. Rhodes junto a su esposa, Amelia Plummer, probablemente en los años 1930.
Ancianos y obreros en las conferencias de Madrid de 1956.
Ancianos y obreros en las conferencias de Madrid de 1956. Segunda fila: Mariano San León Herreras (en el centro), John H. H. Biffen (primero de la derecha). Sentados: Manuel Campelo, Santiago Miñambres, Edmund G. Woodford, Federico Gray, Ernest H. Trenchard.
Ancianos y Obreros en las conferencias de Madrid, octubre de 1964.
Ancianos y Obreros en las conferencias de Madrid, octubre de 1964.
Ernest H. Trenchard junto a su esposa, Gertrudis Willie.
Ernest H. Trenchard junto a su esposa, Gertrudis Willie.
Culto de navidad.
Culto de navidad.
Reunión de mujeres.
Reunión de mujeres.
La hora de la merienda en la reunión de mujeres, lateral izquierdo de la capilla.
La hora de la merienda en la reunión de mujeres, lateral izquierdo de la capilla.